—Hijo, necesitamos tener una conversación muy seria sobre la seguridad en internet —le dije mientras me sentaba a su lado. Su laptop estaba abierta, jugaba Minecraft en un server público. Sus ojos estaban estancados en la pantalla. Había una ventana de chat abierta con diversos comentarios—. Hijo, ¿puedes dejar de jugar un minuto? —Salió de su mundo de juego, cerró su portátil y me miró.
—Papá, ¿será otra de tus historias de miedo y mal gusto?